Blogia
Nuestro Libre Albedrío

Lucas

By... Hirule
(Muchas gracias)


Es un chico corriente. Le gusta salir a jugar con sus amigos al parque. Su madre le regaña porque casi nunca se pone el abrigo, ni los guantes, ni la bufanda, ni el gorro. “Un día de estos te vas a resfriar”, le dice su mamá, pero Lucas es un niño y esas cosas no las sabe porque sólo quiere correr, saltar y gritar con sus amigos.

El papá de Lucas siempre tiene un momento para él. Le quiere mucho y le recuerda que haga caso a su mamá, “Lucas, tienes que abrigarte bien para no resfriarte”. Pero Lucas sólo quiere contarle a su papá lo bien que se lo pasa con sus amiguitos.

Un día Lucas se encuentra mal. Amanece muy pálido y vomita hasta quedar exhausto. Sus padres se asustan mucho y llevan a su hijito al hospital, convencidos de que ha cogido una infección gástrica, a la que es muy dado el pequeño. Ambos pasan unas horas muy angustiados por la salud de su hijo. El médico les dice que aún es pronto para saber, pero sus padres le exigen que dé un pronóstico, llenos de preocupación y tristeza. El doctor nada nuevo les puede decir.

Cuando ven a su hijo, le llenan de mimos e incluso lloran junto a él, liberando la impotencia que sienten ante el sufrimiento de su retoño.

Horas después, el médico les informa de que su hijito tiene una pulmonía grave y que necesitará una fuerte medicación para curarse. Sus padres secan sus lágrimas y miran al doctor con ira. “Usted lo sabía y no nos lo ha querido decir antes”, le dicen llenos de rabia. Después entran a la habitación de su hijo, adormilado, desvalido y con pocas fuerzas como para saber qué está ocurriendo.

“Te lo dijimos, Lucas”, le increpan sus padres fríamente. “Nunca nos haces caso, ahora estás gravemente enfermo, ahora ya tienes lo que querías, ¿estás contento?”.

Lucas no comprende nada. Lucas tiene dolor y quiere un beso de su madre y que le cante canciones, quiere que su padre le cuente chistes y ponga caras graciosas. Lucas está asustado y quiere que sus padres le digan que todo va a salir bien y que le quieren. Pero ellos sólo remarcan lo decepcionados que se sienten con él. Lucas no entiende.

Los médicos hablan con los padres y les piden que den amor a su hijo y que le expliquen la importancia de tomar los antibióticos. “Su hijo no está enfermo por elección, son unos virus los que le han puesto así”, pero los padres de Lucas siguen ciegos e increpan a los médicos. Al final se llevan a Lucas a casa, en contra de consejo médico.

Hoy, Lucas ha muerto solo entre sus mantas de animales de granja. Su pequeña vida se ha extinguido entre la vigilia y el sueño. Su mente, un mar de dudas. Su corazón, vacío del amor paternal que anhelaba.

Los papás de Lucas lloran amargamente su muerte. El parque resuena con los ecos de su voz. Sus progenitores se preguntan si no hubiera sido más importante curar a su hijo con caricias y canciones infantiles para explicarle después lo importante de abrigarse. Algo que seguramente, Lucas ya había aprendido por experiencia propia.

Nadie les va a devolver a su hijo ya y mientras algunos amiguitos de Lucas, contagiados del mismo virus, se van recuperando gracias al antibiótico recetado por los médicos, sus padres llevan un inmenso vacío en el interior. Finalmente, se reprochan mutuamente este fracaso y meses después se divorcian en un amargo proceso.

Ellos tenían razón.¿Mereció la pena dejar constancia de ello?

2 comentarios

Fraggle Rock -

Es precioso y triste, pero desgraciadamente hay padres que se dan cuenta que tienen hijos demasiado tarde.

SupperBobby -

Un gran cuento. Muy adecuado en estos momentos. Y creo que realmente merece la pena reflexionar sobre su contenido.